El respeto a los animales

Palomas-L.Orlando

Urus. Molly BrownPor Emi Zanón

 

URUS (URO)

 

 

<<La no violencia lleva a la más alta ética, lo cual es la meta de la evolución. Hasta que no cesemos de dañar a otros seres vivos, somos aún salvajes>>.

Thomas Edison

 

Uro, además de ser el nombre de los habitantes indígenas del lago Titicaca, también es el nombre de un bóvido salvaje muy parecido al toro y muy abundante en la Europa Central, que se extinguió en el Siglo XVII. Una fotografía de este animal, me inspiró el siguiente relato corto inédito que, con todo mi Amor, tengo el gusto de regalaros en estas Navidades. Espero que os guste y que contribuya, aunque sea minúsculamente, a la creación de una mayor conciencia de respeto al reino animal, como reino compañero en el proceso de la vida y la evolución en nuestro precioso Planeta Azul.

<<¡Qué estampa! Longilíneo, vientre agalgado, gran altura a la cruz, extremidades largas, cola fina con borlón poblado, pelo negro y brillante… ¡Qué hermosura!

El porte regio como su padre. La mirada viva y altiva, como todos los especímenes de su encaste, le confiere un aspecto fiero, bravo… Diez mil años de evolución y sabiduría acumulados en cada uno de sus genes, en cada uno de sus seiscientos kilos de peso; en su  largo y musculado cuello, flexible y ágil; en su discreta papada perdida bajo su cabeza alargada de ancha frente y morro, que sostiene con orgullo una potente y considerable cornamenta acaramelada con astas gruesas en su mazorca.

Urus es sabedor de su suerte. Del privilegio que supone haber nacido en uno de los mejores cortijos de La Alpujarra: de pertenecer a una de las ganaderías más prestigiosas del mundo. El aire puro y fresco, que se respira en los más de mil metros de altitud, renueva su sangre y su brío cada mañana cuando, desde la loma más alta de la finca -si  los cielos claros se lo permiten- divisa el mar y las montañas de África. La calidad de sus pastos… La belleza del monte salvaje, rebosante de encinas y plantas aromáticas que, en una sutil transición, pasa al más clásico vergel nazarí cuanto más se aproxima al viejo cortijo de piedra y madera. Sí. Lo sabe. Sabe de su suerte.

El amplio y panorámico campo visual, que le otorgan sus alargadas pupilas, le permite ver con claridad, desde lo alto de la loma, al joven que se ha recostado en la hierba bajo la sombra de una acacia centenaria, situada frente al portalón que cierra el gran patio central del cortijo. Urus le observa mientras el resplandeciente sol a sus espaldas le dota de un halo de divinidad que recuerda a sus ancestros cuando eran venerados como dioses sagrados.

El joven, con cierta lentitud y sosiego, se descubre la cabeza y deja su sombrero de fieltro marrón a un lado. Con moderación en sus gestos se saca la camisa rojo bermellón del pantalón y se desabrocha los primeros botones. Afloja también la correa de cuero que le sujeta los jeans a la cintura. El calor empieza a ser acuciante. Respira con brevedad. Por su rictus, parece exhausto. Debe haberse dado una buena paliza trabajando en las cuadras. Por su lado, van y vienen gallinas y algún que otro pato.

Urus, mientras tanto, se inquieta. Empieza a moverse. Primero, ladea la cabeza repetidas veces. Luego, mueve la cola con su esplendoroso borlón y, con la pezuña de su pata derecha delantera, empieza a horadar la tierra con ímpetu. Fija la mirada momentáneamente en el joven mientras por su ancha nariz sale toda su fiereza en un resoplido, y un rayo de sol resbala sobre la arista de su cornamenta, proyectando un ángulo perfecto con su objetivo: el joven.

Con un último impulso sale corriendo en dirección hacia él. Desciende la loma con vehemencia y brío. El joven, en uno de sus movimientos, lo percibe cuando apenas está ya a unos pocos metros de él. Se sobresalta. Se medio incorpora… Pero es tarde… Urus ya está frente a él…

-¡Jodeeer! –exclama-. ¡Qué susto me has pegado, Urus! No te había visto cuando he llegado.

Urus empieza a saltar sobre sus patas traseras. Sus fuertes corvejones le permiten flexionarlas y extenderlas con rapidez y poderío. ¡Está tan contento, tan feliz de ver al joven…!

 

El joven empieza a reír a carcajadas cuando Urus le acaricia repetidamente el abdomen descubierto con sus cuernos suaves de color caramelo. ¡Qué grandes momentos! Entonces, el joven, sentado sobre sus rodillas, le coge la cabeza con ambas manos, se la acaricia y, en un gesto amoroso, apoya su mejilla sobre la suave piel de Urus…

Las energías de ambos se funden en una sola. Sienten el milagro de la unidad tras cientos de años de sangre y arena… >>.

 

¡Feliz Navidad! ¡Un abrazo de Luz!

 

 

 

<<Conócete a ti mismo y conocerás el Universo>>.

 

Emi Zanón

Escritora y Comunicadora de la Nueva Consciencia

http://emizanonsimon.blogspot.com.es/

 

 

Author: Emi Zanon

Emi Zanón, escritora valenciana, entusiasta, vital y enamorada de la vida. Comprometida con el desarrollo del potencial humano a través de sus artículos mensuales, novelas, relatos, microrrelatos, poesía, aforismos, colaboraciones en radio, conferencias, etc. Finalista del XII Premio de Novela Fernando Lara, con su primera novela "Su último viaje"; Finalista del XXXVI Premio de Novela Felipe Trigo con su tercera novela "Las cinco estaciones de Vivaldi"; autora de: "Yámana, Tierra del Fuego", "La hiera azul de Calíope", "Metacuentos, relatos cortos para el despertar de la conciencia"; "Dayal, Miradas al Interior"; "La voz blanca"; Finalista del V Certamen de Microrrelatos Clave y El Corte Inglés; Coatura de la comedia "Pitos y Gritos"... Visita su blog: http://emizanonsimon.blogspot.com/ Más información: http://emizanonsimon.blogspot.com/p/sobre-mi.html