Caminaba el Domine Cabra por las calles de Salamanca con un palillo de dientes en los labios con la pretensión de que todo aquel que lo viese hubiese de pensar de una persona bien alimentada.
Que mejor entender el carácter humano, picaresco, de hacer creer a sus semejantes, convirtiendo las excepciones como elementos de abundancia con sus correspondientes trajes de moralidad y rectitud; en contraposición a su fragilidad total.
Es el comienzo de filosofía tal como debería entenderse, fruto de exprimir el pensamiento(s) para engañar a los demás enseñando lo que ya conocen. Mas a tono de como camelar a la gente sencilla y modesta con ideas que no vienen al pelo.
La filosofía autentica la tenemos también junto a las tapias de los cortijos Andaluces, donde los catetos, sentados al sol en sillas de anea, con boina y todo se dedican a observar de que pie cojea la gente; mientras las lagartijas sospechan de cada transeúnte y las moscas se dedican a molestar a todos. Todas las regiones tienen sus filósofos locales, y de mejor cosecha que los mejores vinos; pues es innata a las costumbres, razón de vivir y tradiciones que condicionan nuestras vidas.
¡Ah la filosofía! Como al final no decir nada después de marear la mierda bien “marea “Siempre me pregunte si la filosofía tiene algo que ver con el conocer, o mejor con el saber de la gente (que son términos diferentes), sin almidonar lo que todos sabemos, entendemos, pero no sabemos expresar en lengua vernacular.
Se podría entonces decir que la gente es sabia, pero que necesitamos licenciados para guiar nuestra sabiduría, extraerla como los corchos, y…, mostrar su belleza humana a todos. ¿Y el conocimiento?
Así pues, sean los filósofos bienvenidos, no elucubréis y explicar pues. Las nuevas generaciones os miran en sus cacharros.