Por Juan Antonio Negrete
El otro día leía una entrevista al joven pero ya consagrado filósofo alemán Markus Gabriel (El País, 1 May. 2019). Gabriel tiene la virtud, no fácil de encontrar entre los filósofos, de aunar la profundidad con la sencillez, la especulación en los estratos más altos del debate filosófico y la divulgación accesible para todos los públicos, como puede comprobar quien se acerque tanto a sus libros como a sus vídeos, muchos de ellos accesibles en la red, y en diferentes lenguas (pues este joven genio es también un políglota).
Pues bien, en esa entrevista Gabriel sostenía que nuestro mundo necesita una refundación de la filosofía, única “herramienta” (si podemos llamarla así, rindiendo pleitesía al utilitarismo de los tiempos) que, en último extremo, puede liberarnos de nuestra esclavitud, cuya forma más reciente es la esclavitud digital a la que nos estaría sometiendo Silicon Valley (paradójicamente, leemos a Gabriel a través de las redes sociales…)
¿En qué consistiría esa refundación filosófica? Gabriel dice que su proyecto, el proyecto europeo por antonomasia podríamos decir, es el de los Derechos Humanos. Ahora bien, nos advierte, defender ese proyecto implica sostener ciertas tesis filosóficas que están poco de moda hoy día. La principal de ellas es que existen verdades objetivas, y, desde luego, que nosotros podemos conocerlas. Gabriel pertenece a la corriente filosófica llamada “Nuevo Realismo”, que reivindica, precisamente, contra las tesis idealistas y subjetivistas de todo tipo, que existe ese acceso franco a la realidad. Hoy nos estamos acostumbrando a oír que no existen verdades, sino diferentes fake news, construidas por sendos grupos de interés. Esta no es más que la última forma de una tesis que ya hace décadas triunfa entre algunos intelectuales, sobre todo en las facultades de ciencias humanas y sociales, y ha calado en general en la sociedad: el relativismo, especialmente en su forma de relativismo cultural. Según el relativismo, la propia idea de que existen verdades universales (verdades en todos los ámbitos: científicas, filosóficas, éticas, políticas, estéticas…) no es más que una creencia particular de la cultura occidental, creencia que esta cultura, como más poderosa que es de hecho que las otras, intenta imponer por todo el mundo, eliminando así la diversidad de concepciones del mundo.
A Gabriel esta tesis relativista no le convence. Citando a Machado, podríamos decir que, según él, el lema debe ser: “tu verdad no, la verdad; / y vente conmigo a buscarla. / La tuya, guárdatela”. Porque si creemos que la verdad no existe, ni siquiera podremos defender los derechos de todos los pueblos y personas a su misma diversidad. Si la diversidad es una riqueza o un bien, solo será porque efectivamente existe lo bueno y lo malo objetivamente. Y, por cierto, por eso mismo la diversidad tendrá un límite, o, dicho de otra forma, no todo será tolerable, como denuncia la paradoja de Popper: ¿debe el tolerante tolerar al intolerante, o al que destruye las bases de una convivencia en la tolerancia? El relativismo y el irrealismo no tienen una respuesta satisfactoria para estas cuestiones.
Podemos sentir inmediatamente simpatía por el proyecto de Gabriel de (repitamos) recuperar una consciencia filosófica universalista y “realista” acerca de los universales, que sostenga que existen creencias realmente verdaderas y falsas, realmente buenas y malas, y que entre ellas está algo así como los Derechos Universales (la igualdad de todas las personas independientemente de su origen, género, credo, condición; el derecho a una vida digna…). Ahora bien, la cuestión no es tan sencilla como parece.
Lo que escribo a continuación no pretende invalidar el proyecto entusiasta de Markus Gabriel, antes bien al contrario, pero sí quiere llamar la atención sobre lo problemático, incluso esencialmente problemático, de él, pues sin consciencia de los problemas de un proyecto o designio, este ni merecerá mucho la pena ni seguramente llegará muy lejos (¡salvo que él mismo se convierta en una falsedad o no-verdad bien divulgada!).
El principal problema filosófico con el que tiene que contar un proyecto universalista, racionalista, realista… es el de que su opuesto, es decir, la idea de que no existen valores universales de ningún tipo (que todo es según del cristal con que se mira, por oponer a Machado, Campoamor), es también una teoría filosófica. Si hoy nos escandalizan las fake news, o que la realidad, personal y política, se conciba como espectáculo, hay que saber que todo eso viene de, o al menos está amparado por, una buena cohorte de grandes pensadores, pensadores que, precisamente, definen nuestra tardo-modernidad. Hablamos, por ejemplo, de Nietzsche. Según él no existe una verdad absoluta acerca de nada, y menos que de otras cosas, de la moral. Toda presunta verdad es perspectiva, relativa a intereses: la verdad es la mentira que nos resulta útil, dice literalmente este gran profeta de la postmodernidad (es verdad que, luego, él pontifica acerca del valor inalienable de la “vida”, en una aparentemente manifiesta contradicción…). De manera más técnica y menos popular, muchos filósofos “constructivistas” han sostenido en las últimas décadas que los valores no tienen ninguna base objetiva, incluidos (según los más valientes de estos filósofos) los de la ciencia.
¿A dónde nos lleva este recordatorio? A la siguiente paradoja: ¿puede la filosofía salvarnos de la pérdida de fe en los Derechos Humanos, Universales y Objetivos, cuando son precisamente filósofos, grandes filósofos, los que niegan que exista tal cosa? Es decir ¿puede la filosofía salvarnos de (parte de) sí misma? Se trata, más bien, de una lucha entre filosofías contrarias, que están en lo que ya Platón llamó una eterna lucha entre Titanes y Olímpicos. Los Titanes, nacidos de la Tierra, intentan destruir el Olimpo de los Ideales, sosteniendo que todo es terrenal; los Olímpicos, por su parte, intentan salvar aquellos ideales luminosos, que dan orden al cosmos, contra los envites de aquellos hijos del desorden y la oscuridad… Y, lo que es más duro, ambos bandos se pintan trayendo la liberación. Los Olímpicos, dicen traer la liberación mediante la luz de la Razón (y se remiten, todavía hoy, a la Ilustración); los Titanes dicen querer liberarnos precisamente de los ideales de la Razón, esa tirana que hace que vivamos alienados, olvidando el absoluto presente y el puro devenir.
Pero la situación no es desesperada. Todavía puede defenderse que la filosofía es necesaria para liberarnos de las diferentes esclavitudes (también, si ello es justo y necesario, a las que se nos somete mediante las nuevas tecnologías, aplicadas a la vida, a la política, y demás terrenos de la existencia). ¿Cómo es eso? Hemos de darnos cuenta de que justamente aquella “lucha” entre Unos y Otros (no Hunos y Hotros) es una “lucha”, lo quieran o no los otros (y los unos), mediante razones, mediante el lenguaje. Quizás no podamos derrotar definitivamente a los Titanes y su relativismo, pero los mantendremos “civilizados” mientras estén obligados a dar cuenta y razón de lo que dicen. Mientras no se pierda el diálogo, nada está perdido. Y quizás, incluso, el diálogo de los contrarios sea la mejor preparación para la convivencia. Porque, como han dicho varios filósofos (por ejemplo, en los últimos años el también alemán J. Habermas) quienes se embarcan en un diálogo presuponen necesariamente que entre ellos hay igualdad, y ambos se comprometen a usar el mismo Lógos, que, según el viejo Heráclito, es común a todos. Pero ese Lógos, ya nos advertía el sabio y oscuro “presocrático”, no prescinde de ninguno de los contrarios, sino que hace de ellos una tensión, como la de la cuerda de la lira o la del arco, que es la vida misma.
Juan Antonio Negrete Alcudia (Madrid, 1969), es filósofo y músico. Ha publicado varios libros, entre los cuales DIÁLOGOS DE EDUCACIÓN (2013), DE LA FILOSOFÍA COMO DIALÉCTICA Y ANALOGÍA (2015), HERÁCLITO, UN COMENTARIO FILOSÓFICO (2018) e HISTORIETAS DE LA FILOSOFÍA GRIEGA (2018). Ha codirigido y escrito el programa de radio DIÁLOGOS EN LA CAVERNA, en Radio 5 de RNE, y es autor de los blogs de divulgación filosófica www.cavernisofia.blogspot.com y www.dialecticayanalogia.blogspot.com
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