Tecnología, ¿hasta dónde?

Por Alicia Muñoz

Mediante la técnica el ser humano modifica su entorno para superar dificultades y encontrar más comodidad en el mundo que lo rodea, así ha sido desde los primeros tiempos. Sin embargo, esta transformación de la realidad que, supuestamente, está a nuestro servicio y que a lo largo de la historia siempre se ha ido desarrollando de forma continua, ¿no se nos habrá ido un poco de las manos? ¿no han aparecido servidumbres que no habíamos sospechado bajo el paraguas de las nuevas tecnologías?

La aplicación práctica de los conocimientos científicos nos ha proporcionado recursos, productos y maquinaria cuya evolución nos sobrepasa, ya que hay que realizar verdaderos esfuerzos para estar a la última en cuanto al manejo de móviles, aplicaciones, tablets y programas… Las posibilidades se vuelven prácticamente infinitas y a menudo nos da la sensación de no tener suficientes conocimientos ya que hemos de reciclarnos constantemente. De semana en semana nos vemos sobrepasados.

Ortega y Gasset en su Meditación de la técnica diferenció tres estadios de evolución. Al primero lo llamó la técnica del azar propia de la época prehistórica donde no había una búsqueda deliberada de soluciones. Durante la Antigüedad y la Edad Media, creció el repertorio de actos técnicos en lo que el filósofo llamó la época de la técnica del artesano, sin embargo no había apenas invención, sino solo utilización de un instrumental que buscaba perpetuar la tradición. Ya en las épocas moderna y contemporánea (hasta el S. XX), la técnica se fue extendiendo a todos los ámbitos de la vida, agudizando la especialización y alcanzando un gran desarrollo debido sobre todo a la cooperación entre ciencia y técnica.

Así, pensaba Ortega, el ser humano quedaba liberado de las imposiciones que le imponía garantizarse la supervivencia, disfrutaba de una vida cada vez más cómoda y, sobre todo y lo más importante, encontraba tiempo para el ocio. Es en ese tiempo precisamente en el que la humanidad puede realizarse, diseñando su proyecto de vida, ejerciendo su libertad, meditando, reflexionando y produciendo manifestaciones artísticas y culturales. Ejerciendo la labor más propiamente humana, en definitiva.

Pero, nuestro filósofo ni siquiera sospechó el poder que las nuevas tecnologías acabarían alcanzando. En la actualidad, no hay ni un solo aspecto de nuestras vidas que no se vea afectado por ellas y en el momento en el que se produce un fallo el caos llega a ser indescriptible. Hemos entrado en una espiral de consumismo y ,como paradoja, unos recursos que surgieron para ayudar al ser humano están comiéndonos terreno hasta el punto de haber creado serios problemas de dependencia. La técnica (hoy tecnología) surgió para ayudarnos, para facilitarnos lo cotidiano, ha de estar a nuestro servicio y no al contrario.

Tal vez deberíamos tomar conciencia de lo que en realidad significan determinados artilugios que manejamos a diario y que ya nos definen incluso como personas (qué modelo de Iphone o de ordenador tienes, qué aplicaciones o plataformas manejas…).No sería posible ni recomendable renunciar a ellos, es cierto, pues para eso se realizan determinadas investigaciones y progresa la ciencia, pero debemos dar a los aparatos el justo valor que merecen.

La técnica es la técnica, el ser humano es el ser humano. Recordemos que no podemos delegar parte de nuestra esencia ni depositarla en determinados objetos. Hay valores imprescindibles que ya se están viendo trastocados y nos deberíamos de plantear si lo que nació para hacernos más libres nos está volviendo, en realidad, más esclavos.

ecnología, ¿hasta dónde?

Mediante la técnica el ser humano modifica su entorno para superar dificultades y encontrar más comodidad en el mundo que lo rodea, así ha sido desde los primeros tiempos. Sin embargo, esta transformación de la realidad que, supuestamente, está a nuestro servicio y que a lo largo de la historia siempre se ha ido desarrollando de forma continua, ¿no se nos habrá ido un poco de las manos? ¿no han aparecido servidumbres que no habíamos sospechado bajo el paraguas de las nuevas tecnologías?

La aplicación práctica de los conocimientos científicos nos ha proporcionado recursos, productos y maquinaria cuya evolución nos sobrepasa, ya que hay que realizar verdaderos esfuerzos para estar a la última en cuanto al manejo de móviles, aplicaciones, tablets y programas… Las posibilidades se vuelven prácticamente infinitas y a menudo nos da la sensación de no tener suficientes conocimientos ya que hemos de reciclarnos constantemente. De semana en semana nos vemos sobrepasados.

Ortega y Gasset en su Meditación de la técnica diferenció tres estadios de evolución. Al primero lo llamó la técnica del azar propia de la época prehistórica donde no había una búsqueda deliberada de soluciones. Durante la Antigüedad y la Edad Media, creció el repertorio de actos técnicos en lo que el filósofo llamó la época de la técnica del artesano, sin embargo no había apenas invención, sino solo utilización de un instrumental que buscaba perpetuar la tradición. Ya en las épocas moderna y contemporánea (hasta el S. XX), la técnica se fue extendiendo a todos los ámbitos de la vida, agudizando la especialización y alcanzando un gran desarrollo debido sobre todo a la cooperación entre ciencia y técnica.

Así, pensaba Ortega, el ser humano quedaba liberado de las imposiciones que le imponía garantizarse la supervivencia, disfrutaba de una vida cada vez más cómoda y, sobre todo y lo más importante, encontraba tiempo para el ocio. Es en ese tiempo precisamente en el que la humanidad puede realizarse, diseñando su proyecto de vida, ejerciendo su libertad, meditando, reflexionando y produciendo manifestaciones artísticas y culturales. Ejerciendo la labor más propiamente humana, en definitiva.

Pero, nuestro filósofo ni siquiera sospechó el poder que las nuevas tecnologías acabarían alcanzando. En la actualidad, no hay ni un solo aspecto de nuestras vidas que no se vea afectado por ellas y en el momento en el que se produce un fallo el caos llega a ser indescriptible. Hemos entrado en una espiral de consumismo y ,como paradoja, unos recursos que surgieron para ayudar al ser humano están comiéndonos terreno hasta el punto de haber creado serios problemas de dependencia. La técnica (hoy tecnología) surgió para ayudarnos, para facilitarnos lo cotidiano, ha de estar a nuestro servicio y no al contrario.

Tal vez deberíamos tomar conciencia de lo que en realidad significan determinados artilugios que manejamos a diario y que ya nos definen incluso como personas (qué modelo de Iphone o de ordenador tienes, qué aplicaciones o plataformas manejas…).No sería posible ni recomendable renunciar a ellos, es cierto, pues para eso se realizan determinadas investigaciones y progresa la ciencia, pero debemos dar a los aparatos el justo valor que merecen.

La técnica es la técnica, el ser humano es el ser humano. Recordemos que no podemos delegar parte de nuestra esencia ni depositarla en determinados objetos. Hay valores imprescindibles que ya se están viendo trastocados y nos deberíamos de plantear si lo que nació para hacernos más libres nos está volviendo, en realidad, más esclavos.

 

Author: Alicia M Alabau

Alicia Muñoz Alabau, licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación, imparte clases de Filosofía y Lengua y literatura castellana en Secundaria y Bachillerato. Ha publicado narrativa (Ponerse alas, De dolientes y duelos) y poesía (Dos mitades y un cuarto, escrito junto a Alberto Soler) Escribir es su forma de interpretar la vida y colabora habitualmente en antologías con otros autores (Generación Bibliocafé, Valencia Escribe, Ed. Vinatea). Ha recibido premios literarios en 2006, 2010 y 2018. También ha quedado finalista en varios certámenes.