Por Isabel Sifre
Pensamiento crítico y más que eso. Yo diría actitud.
Escasea. Da la impresión.
Parece que antes de actuar miramos arriba, abajo, a la derecha y a la izquierda. Después nos cogemos la barbilla y miramos a las nubes como esperando respuesta.
A veces, otros, nosotros o el que vive cien kilómetros más allá, critica y critica en negro y aunque no haga nada por sí mismo, también critica. Pero eso no es pensar.
Y estamos en lo de siempre.
Espíritu crítico no es lo mismo que cotilleo o que criticar por sobresalir o criticar porque lo mandan los santos cánones de la orden a la que pertenezco.
Proyecto Metamorfosis – por cierto, he de escribir algo- es una página muy interesante de una escritora, poeta y amiga, que, sin deficniciones concretas y de libro, explica muy bien con las aportaciones, lo que es tener, ser capaces de y hacer uso del pensamiento propio sin dejarse influenciar demasiado y sin dejarse sorber las ideas propias por completo.
No sé si es que vamos sobrados pero lo escondemos o es que no tenemos ni mucho ni nada de eso.
Pudiera ser también que el miedo, ese gusano de andares sibilinos, se nos coge a la garganta o a la mano y no nos deja expresar la crítica limpia y responsable por si a los ojos de los censores resulta que no es políticamente correcta.
Total, que entre trombones y flautas traveseras, aquí nadie o muy pocos se mojan seriamente.
Sí. Todos dicen que sí, que se mojan, que son conscientes, que van a las urnas y tal pero luego no cuadran las cosas. Mucha abstención. Mentiras podridas. Nos han contado milongas.
Se llenan hasta los topes los buzones. Se llenan hasta rebosar las plazas, los estadios, los teatros, los lugares elegidos para el sermón, no de la montaña sino del ideario político que viene a ser lo mismo.
Y digo yo que para qué. ¿Acaso no conoce cada cual cómo son y cómo actúan los dirigentes de cada mitin y el séquito que los secunda y acompaña?
Si por mí fuera no habría buzoneo ni griterío para enfervorizar al pueblo. Eso queda tan antiguo…pero no es tiempo perdido. La masa cree todavía en las promesas. En los príncipes azules.
El pueblo necesita esa especie de arenga porque, en mi opinión, carece de pensamiento crítico o tiene poca costumbre de utilizar el que tiene, poco o mucho, pero por sí mismo. Necesita que le mientan para justificar su voto porque no sabe bien qué hacer. Hay que decírselo.
No voy nunca a sermoneo alguno. Me pondría de los nervios.
Lo que sí hago siempre es ir a votar y lo hago desde ese trozo de cabeza que es mía lo cual no quiere decir que sea la que mejor puesta está sobre los hombros pero sí puede presumir de estar casi desparasitada. Decir que del todo es muy osado porque ya se sabe que los piojos pegan decenas de liendres en cada hijo del cuero cabelludo.
Ustedes hagan lo que quieran pero ya les digo yo que eso de los mítines es un teatro repetitivo para más inri. Se reduce a ver quién grita más y quién tiene más astucia para tirar al otro puyas de las que duelen. Sacar los defectos del contrincante, reales o inventados, que eso poco importa, y resaltar las virtudes del vocero de turno sean estas verdaderas o implantadas aprisa y corriendo para llegar los primeros a la meta. Esa prisa también importa nada.
Yo les miro la cara cuando salen «a trozos» en las «notis», veo qué empeño ficticio ponen, cómo se les hinchan las venas mientras los ojos dicen que están haciendo una pantomima que no se creen ni ellos por tanto, ni siquiera son buenos actores y cuando acaban de gritar me digo: menos mal que no voy porque entre risa, rabia, impotencia y ganas de boxear, se me nacería un revoltijo desde el esófago hasta el ciego que me conduciría a la noche eterna y con los ojos como platos.
Y no voto a lo loco.Tiempo ha habido para ver su trayectoria.
En fin que esto es un desahogo, una opinión Tómenlo como tal porque ¿quién soy y yo para qué?
Eso sí, que pase pronto este calvario porque entre los truenos de las fallas y la campaña que ya está en marcha, hay para tres Paracetamoles y un Nolotil en vena.