La leyenda de Procusto

Por Sebastían Bascuñana

Procusto, según una leyenda griega de hace miles años, era un posadero desquiciado que ofrecía cama a los cansados viajeros.

Pues bien, cuando la persona se dormía en alguno de los catres de su siniestra posada, este personaje la observaba, y, si era muy alta y sus pies sobresalían del camastro, simplemente se los cortaba. Por otra parte, si el viajero durmiente era bajito, y no llegaba a abarcar el largo total del camastro, el aberrante Procusto lo estiraba, como en una psicopática tortura, hasta que daba el largo correcto.

¿Cuál es la moraleja de esta antigua leyenda? Bueno, no es muy difícil de dilucidar; pero venía a decir más o menos lo siguiente:

Hay personas —o parecidas— que, cuando los demás sobrepasan (como en los catres de Procusto) sus ideas y formas de pensar, recortan estas ideas para que puedan encajar en sus obtusas mentes; al igual que, si no se adaptan a los prejuicios del Procusto de turno, los estiran y tergiversan para que digan lo que ellos quieren que digan.

¿No os suena, por cierto, esta antigua leyenda griega a lo que siempre hacen los reaccionarios (su modus operandi) en campañas políticas, tertulias, debates, artículos, partidos…? (O no necesariamente solo los reaccionarios. Que de todo hay por todas partes).

Por cierto, en psicología a esta forma de ser se le llama, precisamente por ello, Síndrome de Procusto.

Author: Sebastian Bascunana

Profesor de inglés por la EOI de Málaga, estudios de Filología Hispánica. Licenciado en Arte Dramático por la Escuela Superior de A. Dramático de Málaga y marino mercante por licencia de Marina Mercante de España.