Por Emi Zanón
La muerte es sólo el portal hacia una nueva vida.
Vivimos hoy y volveremos a vivir.
De muchas formas volveremos.
Oración Egipcia de Resurrección.
Platón consideraba el alma como la dimensión más importante del ser humano. De la misma manera, desde tiempos ancestrales, el término de “el alma” aparece en la visión antropológica de numerosas sociedades o grupos culturales y religiosos. Es inmanente en el ser humano, aunque se haya ido olvidando, la certeza de una entidad inmaterial que poseen todos los seres vivos. Allá donde se ha presentado el ser humano, no importa en qué parte del Planeta, ha dado muestras de una gran capacidad espiritual y trascendental.
La naturaleza del alma es profundamente misteriosa y posee implicaciones existenciales y espirituales que nos han acompañado a lo largo de nuestra evolución. Sin embargo, desde Platón a nuestros días, hemos dado un gran salto cuántico en lo que se refiere a su demostración última: El doctor Stuart Hameroff, emérito en el Departamento de Anestesiología y Psicología, y Directivo del Centro de Estudios de Conciencia de la Universidad de Arizona, en la ciudad de Tucson, EE..UU., y su colega, Sir Roger Penrose, físico matemático en la Universidad de Oxford, Reino Unido, han estado trabajado desde 1996 en una “Teoría cuántica de la Conciencia”, que establece que nuestras almas están contenidas en estructuras llamadas “microtúbulos”, que viven en nuestras células cerebrales. Sus conclusiones apuntan a que nuestras experiencias de conciencia son el resultado de los efectos de la gravedad cuántica en los microtúbulos, un proceso que llaman reducción objetiva orquestada (Orch-OR).
Esta teoría ha sido explicada ampliamente en un documental llamado “Through the wormhole” (A través del agujero de gusano), emitido por el canal Science de EEUU., y que podréis ver en YouTube. En este documental, el doctor Hameroff declaró que: «Cuando el corazón deja de latir, la sangre deja de fluir, los microtúbulos pierden su estado cuántico. La información cuántica en los microtúbulos no se destruye; no puede ser destruida; simplemente se distribuye y se disipa por el universo». Y añadió que: «Si el paciente es resucitado, esta información cuántica puede volver a los microtúbulos y el paciente dice “Tuve una experiencia cercana a la muerte”. Concluyen que: «Sería posible que esta información cuántica exista fuera del cuerpo indefinidamente, como un “alma”.
¡Qué gran avance dentro del mundo científico! Hasta ahora, solo se contemplaba la existencia del alma desde un punto de vista espiritual y metafísico, y había un cierto consenso académico en considerar que la consciencia emergió como una propiedad de los organismos biológicos durante la evolución. Ahora, la teoría Orch OR afirma que la consciencia es una característica intrínseca de la acción de un universo no computable.
La mortalidad es pues una idea falsa. La vida, como hemos dicho muchas veces, no es sólo un poco de carbono y una mezcla de moléculas al azar. La mecánica cuántica nos está abriendo las puertas hacia estos nuevos conocimientos que nos confirman lo que tanto nos han dicho los maestros espirituales y las grandes mentes de todos los tiempos: que somos eternos y no morimos nunca. La Ciencia se aproxima cada vez más al Espíritu.
Dedicado con amor, a todas las almas que han partido hacia la Luz y a sus seres queridos, en estas fechas en las que por tradición cultural y religiosa hacemos una toma de consciencia mayor hacia el gran misterio de la vida y la muerte.
“Conócete a ti mismo y conocerás el Universo”