<<El interlocutor del ambiente con la genética>>
En 1939 se escuchaba por primera vez el término “Epigenética”. Un término que acuñó el biológo y filósofo escocés Conrad Hal Waddington para referirse a los mecanismos “casuales” que afectan el comportamiento de los genes. Desde entonces hasta nuestros días, la Epigenética (del griego epi, en o sobre, y genética – literalmente por encima de la genética) es uno de los campos científicos más investigados, más interesantes y con mayor recorrido especialmente en el campo de las neurociencias (entre otros: estudio de los procesos biológicos que atañen al cerebro humano: patologías como el cáncer o el alzheimer).
La creencia de que los seres humanos y los demás organismos vivos son lo que está escrito en sus genes (en su ADN o la clave de la vida) ha quedado ya obsoleta. Como también, el hecho de que heredar de nuestros padres o abuelos un cierto gen responsable de una cierta enfermedad era sinónimo de padecerla. Lo cual es un mensaje muy esperanzador, pues dejamos atrás el determinismo que nos condenaba a un futuro predecible.
Hoy, la ciencia está logrando descifrar el lenguaje que codifica las pequeñas modificaciones químicas capaces de regular la expresión de multitud de genes y, por ello, sabemos ahora, que, si a ese gen portador de una enfermedad no se le da el caldo de cultivo adecuado, nunca se desarrollará. Caldo de cultivo que tiene que ver con nuestro estilo de vida (especialmente nuestros pensamientos y emociones), nuestro medio ambiente, nuestra alimentación y nivel de estrés al que sometemos a nuestras células y, por ende, a nuestros genes.
La Epigenética se convierte pues en el interlocutor del ambiente con la genética como afirma el Dr. M. Fabio Celnikier, Psiquiatra y Magister en PNIE (Psiconeuroinmunoendocrinología). Ello explica perfectamente el porqué dos seres idénticos genéticamente, como por ejemplo los gemelos, tengan personalidades y enfermedades diferentes.
Son nuestras propias experiencias diarias las que marcan y afectan nuestro material genético. Toda una revolución en nuestro modo de concebirnos y entender el mundo. Una revolución que nos conduce al mundo cuántico, al mundo de las energías sutiles, revelándonos que el mero hecho de cambiar nuestros pensamientos, emociones y conductas (me remito a mi artículo del mes pasado) puede afectar nuestro destino genético. En palabras del Dr. Joe Dispenza: <<Nuestros genes son tan cambiantes como nuestro cerebro. Se activan en distintos momentos, siempre están cambiando y siendo influidos>>.
Nuestros tiempos actuales son fascinantes. Nos llevan a romper los límites de la realidad tangible, de la realidad objetiva, para enfocarnos hacia el mundo interior, el mundo de las energías sutiles, y explorar el tremendo poder creativo de nuestra mente infinita.
¿Puedes empezar ya a hablarle a tus genes?